El IFC conmemora 33 años de creación al servicio de los casanareños
En los 33 años de vida administrativa del Instituto Financiero de Casanare, más de 32 mil usuarios se han beneficiado con créditos en diferentes áreas, desde comerciales, hasta educativos y de fomento, por un monto de 521 mil millones de pesos, siendo así “un motor de desarrollo del departamento, que cumple los sueños de las personas”, como lo expresa Maritza Tovar, la funcionaria más antigua del IFC.
Hoy recordamos varias historias de crecimiento, que nos cuentan ella y sus compañeras de mayor trayectoria.
El Instituto Financiero, nació primero como el Fondo para el Desarrollo de Casanare-Fondesca, creado a través de un estudio de la Universidad de los Andes, cuando ejercía como gobernador Oscar Wilches, quien generó el proyecto y luego fue aprobado por la Asamblea Departamental, mediante Ordenanza en 1992.
Tras unos ajustes normativos y de forma, en 1994 empezó a funcionar, apenas con unas seis personas en su planta de personal.
La funcionaria más antigua
Maritza Tovar, hoy profesional de talento humano, empezó como digitadora de sistemas, al principio hacia labores de presupuesto, almacén e incluso contratación, pues trabajaban pocas personas y luego la nómina fue creciendo, así como el Instituto.
Ella ha estado presente desde el nacimiento del Instituto Financiero de Casanare, al que ha visto transformarse y cambiar muchas vidas. Han sido 33 años en los que ha trabajado y crecido como persona y profesional, convirtiéndose en una casanareña más que, aunque por adopción, siente como suyo al Instituto y a la gente llanera.
“Ha sido bonito ver cómo la entidad ha ido creciendo…la sede propia ha sido un sueño cumplido, con zonas verdes, buenos espacios, en fin, unas instalaciones para mostrar”, dice con emoción.
Gerentes en la historia
Tovar ha visto pasar, por tanto, a todos los gerentes, empezando por Julio Cano quien fue el fundador, cuando el Fondesca funcionaba en el segundo piso del Cinema Casanare y empezó solamente con microcréditos. Posteriormente estuvo Reimi García Agudelo, quien implementó el área de Cartera de la entidad.
También resalta a Carlos Granda, (q.e.p.d.) “quien estableció un antes y un después en el Instituto”, pues en el 2002 durante el gobierno de William Pérez, Granda reorganizó el fondo y lo convirtió en el Instituto Financiero de Casanare, ampliando su objeto social.
También recuerda a Osbaldo Cáceres, Raúl Yeraldo Barón, María Nidian Larrota, y a Braulio Casteblanco, entre otros gerentes.
“El actual gerente del IFC, Óscar Javier Araque Garzón, viene desarrollando una importante labor, creó la Subgerencia de Gestión Estratégica, e implementó mecanismos para la recuperación de cartera”, señala la funcionaria.
De asistente a jefe de cartera
Otra de las funcionarias antiguas del IFC es Nancy Arriguí, profesional Administrador de Crédito, quien también lleva su vida dedica al instituto, viéndolo crecer y siendo parte de sus avances.
Empezó en 1999, bajo la gerencia de Reimi García, entró como asistente y después pasó a ser secretaria de Gerencia, luego a apoyar Tesorería, y la mayor parte del tiempo estuvo en el área de cobro de cartera. Ella tiene muy clara la historia de evolución del IFC en materia de créditos.
Durante la época de Fondesca, los créditos eran desde 100 mil pesos en ese momento, por ejemplo, para crear líneas telefónicas, para computadores, para tractores y cultivos, recuerda Arriguí. Para el 2002, cuando se transformó en Instituto Financiero, creó su propia Tesorería para hacer sus pagos y no depender de una fiduciaria, de esta forma se ha podido llegar a 28 mil usuarios de crédito comercial y de fomento y 4 mil 500 estudiantes, con el crédito educativo.
También señala que la entidad ha venido siempre en crecimiento. “Fondesca nació con una tasa de interés del 1 por ciento, y hoy tiene una tasa preferencial del 0.6% para clientes fidelizados, la cual no la tiene ninguna entidad bancaria”, dice la funcionaria.
Pero no sólo eso, el Instituto ha tenido ‘descendencia’, pues gracias a él, se crearon el Instituto Financiero de Tauramena, el Fama en Aguazul, y el IFEY en Yopal, que luego se independizaron y actualmente funcionan bajo la misma modalidad.
Y así, la historia de muchas familias también se ha dado de la mano del IFC, pues en algunos casos, se han beneficiado varias generaciones “nuestro primer cliente fue el padre, luego el crédito lo toma el hijo y luego hasta el nieto… tenemos clientes que han tenido 15 créditos, con excelente hábito de pago, son clientes preferenciales y exclusivos… hay una cliente que lleva 20 años”, destaca Arriguí.
Por eso da “gracias a la Gobernación de Casanare y a los buenos clientes, que pagan a intereses bajos pero muy cumplidos, a los estudiantes quienes han sido juiciosos nos han sostenido y así podemos beneficiar a muchas más personas”.
Anécdotas de 25 años atrás
Por su parte, Sara Vaca, profesional Administradora de Cartera, ingresó hace 25 años en el año 2000, cuando aún era Fondesca, entró para hacer valoración económica a los créditos de fomento, de ganado, arroz y algodón; así que vio la transformación del Instituto, y recuerda cómo recorrían todo el departamento, colocando los créditos y tomando como prenda cabezas de ganado, que en esa época eran la garantía para los créditos, que se recibían y se herraban.
Señala además que en esa época no había casi profesionales y en buena parte la gran cantidad que hoy existen en Casanare son gracias a la promoción de créditos educativos que otorgaba la entidad.
‘La línea de crédito educativo, una de las mejores’
En ese sentido coincide, Adiela Adame, quien lleva 18 años en el IFC, donde le han permitido superarse, estudiar y ascender.
Adame ingresó en el año 2006 como secretaria en modalidad prestación de servicios, aún en las instalaciones del Cinema Casanare, al año siguiente entró de planta y desde entoncesse ha desempeñado como técnico en Gestión Documental.
Para ella la línea de crédito educativo ha sido muy importante, pues “nos ha permitido a muchos miembros del IFC culminar los estudios de pregrado y posgrado. Para mí ha sido un privilegio laborar aquí, estoy muy agradecida por la oportunidad de estudiar y superarme”, expresa con gratitud.
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